Todo comenzó cuando a las 4.30 de la mañana tuve una fisura en la bolsa, ahí empezó nuestra aventura. No puedo negar que dar a luz es una mezcla de dolor y felicidad, pero sin duda la felicidad de ver su carita borró por completo el sufrimiento de tantas horas. Tuve un parto precioso, en el que me pusieron después de cuatro empujones a nuestra niña encima. En ese momento a Luis y a mi se nos paró el mundo. Comenzó una nueva etapa... nuestra etapa. Un aquí y un ahora que cambió por completo. Un nuevo mundo para mi niña, donde lucharemos porque sea la persona más feliz.
Gracias Dios mio, porque estuviste a mi lado en todo momento, no dejaste escapar ni un sólo detalle. Me diste fuerzas de donde no las tenía y nos has regalado la vida, el sentido, la respuesta a todos los porqués.
Gracias también a todos los que, de un modo u otro estuvísteis con nosotros... desde lejos y los que vinísteis para estar cerca. Gracias por compartir nuestra felicidad.